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Les lansquenets d'Europe - Page 6

  • La nueva primavera nacional revolucionaria

    por Gabriele Adinolfi


    esp.jpegLa reacción emocional no es la única explicación de nuestras plazas repentinamente llenas en diversas naciones europeas. En Grecia, la prohibición de conmemorar a los caídos, asesinados en 2013. En Polonia, la amenaza de represión "antifascista" cuando se forme el gobierno de coalición progresista. En España, la profanación del cuerpo y la memoria de José Antonio, la "ley de memoria" que prohíbe recordar cualquier obra española entre 1936 y 1978, y finalmente el acuerdo para formar un gobierno tambaleante entre Sánchez y los separatistas vascos y catalanes, con las consiguientes hipótesis secesionistas.
    En Alemania, la prohibición de colocar flores o velas para los caídos durante el Putsch de Múnich. El hecho es que hacía muchos años que las plazas nacional-revolucionarias no estaban tan llenas; y si retrocedemos en la memoria a cuando se llenaban, antes de que las diversas formaciones se reflejaran como Narciso en las redes sociales y se ahogaran en ellas, no encontramos tanta participación emocional y no autorreferencial. Desfilaban principalmente para destacarse, compitiendo con los grupos rivales que querían aplastar con cantidad e imagen, todos atrapados en un torneo cerrado de un gueto; ahora se observa unidad de intenciones, una participación impersonal y sin barreras de siglas. En España, para encontrar un espíritu así, debo retroceder al menos cuarenta años.
    ¿Y qué decir de Múnich? Donde grupos de dos, tres, cuatro personas fueron al mismo lugar, a la misma hora, por un llamado que podríamos definir como religioso, sin saber, ni tal vez imaginar, que habría tantos otros, de diferentes naciones, reunidos en el mismo instante por un imperativo interno y sin haber recibido convocatorias de movimientos o partidos.

    Gracias a la inteligencia animal
    Hay otra razón que se suma a la respuesta emocional sagrada de la lealtad. Reside en la inteligencia animal que siempre precede a la racional y se desarrolla en todo tipo de colectivo en respuesta aún no consciente a los estímulos del entorno.
    Esta inteligencia animal, en reacción a los fracasos de la "política" de las derechas terminales, ha comenzado a producir un resultado que comencé a notar hace cuatro o cinco años en el cambio generacional. Aquellos nacidos a partir de mediados de la década de 1990 se vieron obligados a formarse por sí mismos, teniendo a su disposición la red y, por lo tanto, teniendo que seleccionar las referencias para alcanzar un objetivo, sin tener la alternativa perezosa y tranquilizadora del formateo en el lugar, que desde hace décadas se ha convertido en un lugar principalmente de fasciconsumo, donde el adoctrinamiento había asumido un esquematismo estéril y superficial, a menudo distorsionado, en la mentalidad "revolucionaria" del semiestatal, donde los "maestros" casi nunca habían sido discípulos de alguien, y mucho menos de las necesarias experiencias de vida y militia.
    Desde que la "política" movimentista y partidaria ya no pudo disimular su crisis, las mascarillas reemplazando a las máscaras, aquellos que se formaron en una dirección específica lo hicieron paso a paso, sin poder fingir, de lo contrario no habrían llegado a ninguna meta, por lo que cuando llegaron, saben por qué, y no es poco. Además, sin distorsiones en su carácter por la arrogancia típica de los grupos y las manadas, lo hicieron con modestia.

    Da aquí surge la concreción y la conciencia
    El fracaso de los guetos reaccionarios que exhibían pechos hinchados de viento fue evidente; si no se es capaz de hacer más que protestar y adoptar la pose de guardianes de la verdad (sobre la cual ni siquiera se investiga, si acaso para verificar si se ha comprendido); si no se puede relacionar cultural y políticamente con la gente desde posiciones de fuerza moral y espiritual y formar pueblo con ella, se cae en las demencias apocalípticas de los irredentos de la arteriosclerosis.
    En cambio, si no se teme el enfrentamiento, siempre y cuando sea desde puntos sólidos y con principios que no se pongan en entredicho, se generan realidades y hechos. Y ahora, en muchas naciones europeas, florece de manera discreta una proliferación de asociaciones locales, de ciudades o barrios, que forman una masa crítica y que operan exitosamente tanto desde el punto de vista cultural como de la intervención social, que no debe malinterpretarse como una imitación de Cruz Roja, sino que se concreta en la organización en apoyo de sectores, como por ejemplo, los comerciantes durante la pandemia en Santander, e implica arraigos locales en la indiferencia hacia las disputas electorales en las cuales, si acaso, se razona dialécticamente y en el contorno.

    Conciencia y acción
    En otras palabras, la inteligencia animal ha impuesto en todas partes un cambio de tono que luego se ha traducido en la adquisición, aún en curso, de una conciencia política.
    La forma de posicionarse, de actuar y de interactuar se ha vuelto adecuada a la era de la "sociedad líquida" y del post-parlamentarismo. Esto es algo que unos pocos estábamos anticipando desde hace más de veinte años y que se refleja en documentos políticos, algunos de los cuales, como "Le api e i fiori" o "Aquarius", han sido estudiados por algunos de los artífices del nuevo curso, ciertamente en Italia, Francia, España y Polonia, y quizás en otros lugares.
    Pero no se debe malinterpretar: no fueron esos documentos los que determinaron su acción, sino que fue su acción la que los hizo interesarse en esos documentos, que tienen valor precisamente por eso: porque son herramientas adecuadas para los tiempos y la acción, ya que siempre están orientados hacia la práctica.
    Así que se está expandiendo una galaxia articulada, dotada del realismo de la transversalidad, pero centrada humanamente, emocional e idealmente, producto de un pragmatismo no oportunista y permeada por una jerarquía tanto ontológica como funcional y, por lo tanto, no fósil. Lo cual no es poco.

    El rescate 
    Además de la eficacia en la verticalidad, hay una conciencia extendida, al menos a tres niveles.
    El primero es el abandono del prejuicio democrático, con la convicción de que frente al deep state y al lobbismo, que conforman la estructura principal de un sistema del cual los políticos son un revestimiento exterior y condicionado, lo que cuenta, mucho antes y más que las elecciones, es la creación de poderes autónomos, tanto locales como en la comunicación.
    En el segundo nivel está la constatación de la necesidad de ser siempre y en todo momento una tercera posición.
    Es evidente la distancia que existe entre los programas de las derechas y las soluciones políticas, económicas y culturales que puedan tener una función estratégica. Asimismo, se observa que, en lo que respecta a la política internacional, con la única sorprendente excepción italiana donde la "línea Mattei" está sellada con la llama, son las izquierdas las que se sitúan en la posición más aceptable, pero al mismo tiempo, como si estuviéramos ante la burla de un ilusionista, en todo lo relacionado con los asuntos internos y la "ingeniería social", las izquierdas son deterioradas, indecentes y dignas de derrotar.
    Finalmente, está la conciencia de la Idea de Europa, de ser literalmente Europa, un ideal, más bien una fe, que ha recuperado fuerza, dejando atrás los lastres del soberanismo que ya no pueden contrarrestar la línea nacional-revolucionaria.
    Hasta hace un par de años parecía un sueño.
    En otras palabras, estamos siendo testigos del rescate de las categorías políticas, generalmente abandonadas durante al menos cuarenta años, pero a diferencia de lo que ocurrió en la resaca del aperturismo después de la Caída del Muro, esto no cuestiona las bases ideales y de la tradición nacional-revolucionaria, lo cual es muy, muy importante.

    La derecha terminal quita el estorbo
    "Hasta nunca, derecha terminal", escribía hace un año. Ahora podemos reafirmarlo porque realmente está desapareciendo, ante la constitución ya natural de una visión nacional-revolucionaria nueva y antigua que está haciendo justicia a todos los ultrajes.
    Ahora esperamos las anunciadas aceleraciones de Sunset Boulevard, tan populares en estos días, en los que los boomers desilusionados, tanto como revolucionarios como fuerzas de gobierno, intentan aferrarse a los infantilismos que ahora se han vuelto seniles, en la vana ilusión de flotar en olas que no son capaces de cabalgar.
    (se refiere al intento comun entre el antiguo alcalde de Roma, Gianni Alemanno, que fué neofascista y el comunista grupuscular Marco Rizzo, y, a todas las ilusiones "rojobrunas")
    Dejémoslos levantar la voz y proponer compromisos extravagantes para el "Sur global" o para la "Unidad post-ideológica" en la que querrían abrazarse con otros boomers enrojecidos en lo que es, de hecho, la parada donde, como señalaba el intelectual y cantautor Giorgio Gaber, £se encuentran todos aquellos que han perdido el autobús" y que, al igual que ellos, buscan nuevos amos que, sin embargo, se desentienden de su existencia.
    No es casual que el fracaso de la derecha terminal haya producido simultáneamente dos tendencias tan opuestas, una que combina la radicalización histórica, mitológica y doctrinaria con un renovado vitalismo práctico e inovador, y la otra que delira con huidas "hacia adelante", lo que en realidad significa hacia los lados, hacia atrás y hacia la nada. Es funcionalmente necesario que sea así, porque frente a la primera se abre una autopista que ya comenzamos a vislumbrar y que recorreremos con alegría.

  • The new national revolutionary spring

    by Gabriele Adinolfi

    The emotional reaction is not the only explanation for our squares suddenly filling up in various European nations. In Greece, plaza.jpgthe ban on commemorating the Fallen, assassinated in 2013. In Poland, the threat of "anti-fascist" repression when the progressive coalition government is launched. In Spain, the desecration of the body and memory of José Antonio, the "ley de memoria" that prohibits remembering any Spanish work between 1936 and 1978, and finally, the agreement to form a shaky government between Sanchez and the Basque and Catalan separatists, along with secessionist hypotheses.
    In Germany, the ban on laying flowers or candles for the Fallen. The fact is that it had been many years since the national-revolutionary squares were so full. If we go back in memory to when they were filled, before various groups mirrored themselves like Narcissus on social media and drowned us in it, we do not find as much emotional and non-self-referential participation. They used to parade mainly to show off, in competition with rival groups intending to crush them with numbers and image, all caught in a closed tournament of a ghetto. Now, there are noticeable unity of purpose, impersonal participation, and no barriers of acronyms. In Spain, to find such a spirit again, I have to go back at least forty years.
    And what about Munich? Where. tne 9th of this month, groups of two, three, four people went to the same place at the same time for a call that we could define as religious, without knowing, perhaps, that there would be so many others from different nations gathered at the same moment for an inner imperative and without receiving summons from movements or parties.

    Thanks to animal intelligence
    There is another reason that accompanies the righteous emotional response of loyalty. It lies in animal intelligence that always precedes rational intelligence and develops in every kind of collective response, still not conscious of environmental stimuli.
    This animal intelligence, in reaction to the failures of the "politics" of terminal right-wingers, began to produce a result that I had started to notice four or five years ago in the generational turnover. Those born from the mid-nineties onwards were forced to educate themselves, having the internet at their disposal and thus having to select references to reach a goal, without the lazy and reassuring alternative of in-place formatting, which for decades had become mostly a place of fascist consumerism, where indoctrination had assumed a sterile and superficial schematism, often distorted, in the "revolutionary" mentality of the para-state, where the "masters" were almost never disciples of anyone, much less of the necessary experiences of life and militia.
    Since the movement and party politics failed to disguise their crisis,those who educated themselves in a certain direction did so step by step, without being able to pretend, otherwise, they would not have reached any goal. So when they got there, they know why, and that's not a small thing. Moreover, not distorted by the typical arrogance of groups and packs, they did it with modesty.

    Hence the concreteness and awareness
    The failure of reactionary ghettos that flaunted chests inflated with air has been evident. If one is incapable of doing anything other than protesting and posing as guardians of the truth (about which one does not even inquire, if only to verify if one has understood it); if one cannot relate culturally and politically to people from positions of moral and spiritual strength and make a people with them, one becomes entangled in the apocalyptic delusions of the unyielding arteriosclerosis.
    On the other hand, if one does not fear confrontation—provided it is from fixed points and with principles not to be questioned—one produces realities and facts. And now, in many European nations, there is a flourishing underground of local associations, cities, or neighborhoods that form a critical mass and operate successfully both culturally and socially. Social intervention should not be misunderstood as an imitation of Caritas but materializes in organizing support for social classes—such as, for example, the shopkeepers during the Covid in Santander—and involves local roots in indifference to electoral disputes in which, if anything, dialectical reasoning takes place in the periphery.

    Consciousness and action
    In other words, animal intelligence has imposed a change of perspective everywhere, which has then resulted in the acquisition, still ongoing, of political consciousness. The way of positioning oneself, acting, and interacting has become suitable for the era of the "liquid society" and post-parliamentarism. This is something that a few of us were anticipating for over twenty years and is reflected in political documents, some of which, like "Le api e i fiori" or "Aquarius," have been studied by some of the architects of the new course, certainly in Italy, France, Spain, and Poland, and perhaps elsewhere.
    But it should not be misunderstood: it was not those documents that determined their action, but it was their action that made them interested in those documents, which have value precisely for this reason: as tools suitable for the times and action, as they are always geared towards practice.
    A nuanced galaxy is therefore expanding, equipped with the realism of transversality but centered humanly, emotionally, and ideally, born of a pragmatism that is not opportunistic and permeated with a hierarchy both ontological and functional and therefore not fossilized. And that is no small feat.

    The Recovery of Self
    In addition to effectiveness in verticality, there is a widespread awareness, at least at three levels.
    The first is the abandonment of democratic prejudice, with the conviction that in the face of the deep state and lobbying, which form the backbone of a system where politicians are merely an external and conditioned covering, what matters much more than elections is the creation of autonomous powers, both local and in communication.
    At the second level, there is the acknowledgment of always being in the third position. The distance between the programs of the right and political, economic, and cultural solutions that can have a strategic function is now evident. It is also noticeable that, regarding international politics, with the surprising exception of Italy where the "Mattei line" is symbolized by the flame, the left is in the more acceptable position. However, at the same time, as if witnessing a magician's trick, concerning internal issues and "social engineering," they are deteriorating, indecent, and must be defeated.
    Finally, there is the awareness of the Idea of Europe, of literally being Europe, an ideal, indeed a faith, that has regained strength, leaving behind the dead weights of sovereigntism that can no longer counter the national-revolutionary line. Until a couple of years ago, it seemed like a dream.
    In other words, we are witnessing the recovery of political categories, generally abandoned for at least forty years. However, unlike what happened in the euphoria of openness after the fall of the Wall, this does not question the ideal foundations and the tradition of national-revolutionary, which is very, very important.

    The terminal right bids farewell
    "A farewell to the terminal right," I wrote a year ago. Now we can reiterate it because it is truly fading away in the face of the now natural establishment of a new—and ancient—national-revolutionary vision that is doing justice to all abominations.
    Now, let's hope for the proclaimed accelerations of Sunset Boulevard, so popular in these days when unrealized boomers, both as revolutionaries and as governing forces, try to cling to infantilisms that have now become senile in the vain illusion of floating on waves they are unable to ride.
    (It refers specifically to the attempt at unity between the former mayor of Rome, Gianni Alemanno, and the communist Marco Rizzo, and, in general, to all the "rossobruni" specters).
    Let them raise their voices and propose bizarre commitments for the "global South" or for the "post-ideological unity" in which they would like to embrace with other faded red boomers at the stop where, as noted by Gaber, all those who have missed the bus meet and, like them, seek new masters who don't care about their existence.
    It is not accidental that the failure of the terminal right has simultaneously produced two contrasting tendencies—one that combines historical, mythological, and doctrinal radicalization with a renewed practical vitalism, and the other that raves about forward escapes, which essentially means sideways, backward, and into nothing. It is functionally necessary that it is so because, faced with the first, a highway opens up that is already beginning to be glimpsed and that we will joyfully travel.

     

     

  • Masques et visage du système

    La représentation de la réalité est trompeuse. Comment l'interpréter. Cet écrit, qui n'est ni un article ni même un document politique, prend pour l'occasion une orientation particulière et nous invite à réfléchir dans une direction précise.

    par Gabriele Adinolfi

    masque.jpgInterrogeons-nous : y a-t-il quelque chose de vrai dans le récit Occident-Anti Occident, Israël-Hamas, et ainsi de suite ?

    Il y a quelque chose, mais c'est plus non que de oui. La représentation du réel a toujours été un arrangement au niveau de la concentration et de la connaissance des masses : à cet égard, aujourd'hui, il n'y a rien d'exceptionnel, sauf pour sa complexité particulière et l'absence ultérieure d'idées mobilisatrices de masse, des raisons, celles-ci, qui rendent le récit encore plus abstrait et ridicule. Il convient de noter que nous avons des précédents qui auraient dû nous mettre en garde contre la crédulité : pensons à la "Guerre froide", dont on parle, il faut le dire, comme si c'était quelque chose d'absolu plus aujourd'hui qu'à l'époque, lorsque s'était développé un sain scepticisme à ce sujet.

    Était-ce ainsi aussi par le passé ?

    Pour vivre en paix et à la demande des utilisateurs eux-mêmes, le récit, qu'il soit politique ou religieux, a toujours été assez grossier, ouvrant – dans les cas remarquables de l'histoire – la porte à d'autres niveaux de conscience, par le biais d'analogies ou de références symboliques (c'est à dire capables de fournir des clés pour plusieurs niveaux). Si ce n'était pas que ce concept équivoque d'amblé, nous faisant penser à des maladies mentales ou à des gnosticismes, nous pourrions dire qu'en dehors de la dimension animale, il n'y a pas de possibilité de percevoir le réel qui ne soit ésotérique. On n'entend pas nécessairement par là un ésotérisme mystique, on peut se référer simplement à la capacité pure et simple de dépasser les schémas pour saisir des structures, des psychologies et des forces qui ne sont pas sous les projecteurs. Dans ce sens, on peut définir, par exemple, toute l'analyse marxiste comme ésotérique. Et elle ne fut pas la seule.


    Aujourd'hui, tout est raconté comme un conflit continu entre opposés. Pourquoi est-ce un schéma fallacieux ?

    La représentation du réel s'exprime en des simulacres continus de conflits entre deux opposés, que ce soit en matière de sexe, d'immigration, de religion, de "géopolitique" ou même des facéties de l'(anti)fa. Eric Werner nous a averti il y a un quart de siècle de la perpétuation de cette tromperie visant à injecter dans les individus d'une société atomisée l'excitation de masse, et comment tout cela stabiliserait des oligarchies désormais détachées de la base sociale en raison de la désarticulation des corps intermédiaires. Il est donc normal que les naïfs puissent croire qu'il existe un Occident en crise combattu serieusement par un prétendu Anti Occident, ou qu'il n'y ait pas de corrélation entre Tel Aviv et le Hamas, ou encore que l'identité russe soit en jeu en Ukraine, ou que dans le Sahel les choses bougent pour un anti impérialisme ressuscité, ou encore qu'aujourd'hui à Gaza on se batte pour la Palestine. Tout cela est vrai en partie seulement, car certains de ceux qui combattent et meurent sont SUBJECTIVEMENT convaincus que c'est la raison, mais les choses vont bien différemment.

    Pourtant, en attribuant des valeurs différentes, tant le mainstream que les oppositions convergent dans ce schématisme. Est-ce normal ?

    Celui qui prétend s'éloigner de la politique dominante devrait d'abord refuser la version des faits qui lui est imposée. Refuser ne signifie pas l'inverser : être toujours du côté du "mauvais" contre le "bon" dans une simple escarmouche virtuelle n'est pas différent d'être du côté du "bon" contre le "mauvais", car cela avalise la narration, ce qui fait de nous des serviteurs (même "renversés") du maître. En fait, pour que cette narration continue, les partisans de Poutine, les homophobes et les hamasistes sont indispensables, car ce sont les piliers les plus efficaces des États-Unis, de la communauté LGBT et de Tel Aviv. Si l'on veut s'émanciper des Américains, défendre la cause palestinienne, ou de n'importe quelle nation, ou introduire une nouvelle éthique sociale qui serve de norme, ce n'est pas du tout de cette manière qu'il faut procéder. Nous devons affronter la réalité, à la fois conceptuellement et activement, en prenant conscience de sa complexité. Nous devons donc être capables de tracer le carré du cercle qui nous permet de ne pas laisser notre âme et notre esprit se corroder, comme cela se produit quotidiennement et d'arrêter d'être les ruines parmi ceux qui se tiennent debout, car c'est ainsi que notre version vécue d'Evola est devenue dans ce Kali Yuga selon Mel Brooks.

    Comment devrions-nous alors interpréter la réalité?

    Je ne veux pas transformer cet exposé en un document politique, donc je présenterai ma vision de manière télégraphique. Nous sommes en présence d'une réalité divisée au moins en trois plans qui doivent être abordés séparément mais simultanément. J'essaie de les esquisser rapidement.

    Le monde unipolaire, bipolaire, multipolaire : ce sont toutes des définitions erronées. La transcendance capitaliste n'est pas occidentale : elle est mondiale et unie bien qu'elle soit divisée. Et même en ce qui concerne la "supercaste" dont on parle tant, mais que l'on oublie toujours d'analyser, les choses sont beaucoup plus complexes que ce que l'on pourrait imaginer. Est-ce une définition satisfaisante ?

    Comme le soutiennent les Américains depuis maintenant trente ans, la question des prétendus pôles est secondaire car nous vivons dans un monde "interconnecté". Il suffit de jeter un œil aux investissements, aux échanges commerciaux et aux armements dans les BRICS pour se rendre compte à quel point il est absurde de penser le contraire. Il suffit de soulever le voile d'un millimètre pour découvrir les liens entre la Russie, Israël et l'Arabie saoudite et leurs connexions avec les États-Unis, l'Inde et la Chine. Et ainsi de suite, car l'écheveau capitaliste est dense et inextricable. Ce qui - il faut le souligner - ne signifie pas qu'il n'y a pas de luttes intestines, partiellement liées aux nationalités, mais le plus souvent transversales, qu'il ne faut absolument pas ignorer.
    On peut également regarder le tout avec un cynisme supplémentaire et se rendre compte que la guerre en Ukraine a été remportée, avec la reconstruction, par le groupe Black Rock, ou que l'avancée écrasante de la Turquie sur la scène mondiale, accompagnée d'une inflation terrifiante, est sur le point de se traduire par la cession de nombreux actifs stratégiques à JP Morgan. Nous découvrirons bientôt qui aura remporté à Gaza : cela nous sera indiqué par les dividendes des entreprises locales du gaz.
    Nous connaissons tous le refrain des quelques familles qui détiennent la richesse mondiale. Ce sont des faits dont il faut tenir compte, sans pour autant tomber dans le fatalisme résigné, "il n'y a plus rien à faire", avec l'abandon des canons les plus normaux de la vie, et avec le sentiment de "la fin de l'histoire", ce qui n'est pas vrai. Mais rien ne changera avec des slogans électoraux ou des victoires populistes éphémères, car il faut de nouvelles relations de forces et des dynamiques correctement comprises et interprétées pour pouvoir changer les systèmes. C'est vers cela qu'il faut regarder sans feindre que les choses ne sont pas comme elles sont, tout en évitant de se laisser emporter par le découragement, ce qui est en fait idiot.

    Dans ce contexte, quelle est la pertinence de l'Europe? Pourquoi devrait-on la défendre ou, comme le soutiennent les souverainistes, la démanteler ou la faire éclater?

    Les logiques géostratégiques et géoéconomiques qui animent les acteurs persistent. Les différends pour les sources d'énergie et pour le marché se reflètent à l'échelle continentale et nationale. Nous assistons à une lutte continue, même si elle se situe à un niveau en dessous de l'enchevêtrement capitaliste supranational, qui influence tout de même indirectement. Ces conflits entre les acteurs répondent à des logiques historiques, mises à jour et adaptées à l'actualité.
    Dans tout cela, l'Europe est un champ de bataille, objet d'une guerre continue de la part des vainqueurs de 1945 qui convergent toujours, craignant notre puissance, enviant notre supériorité éthique et civilisationnelle. Au moins les Russes et les Américains, car les Anglais sont trop dominants de tradition pour partager ces complexes misérables que les autres n'essayent même plus de cacher. Il va de soi que du point de vue du capitalisme financier, peu importe qui l'emporte et qui capitule, car tous répondent (et plus que tous ceux qui critiquent l'Occident) au même système d'exploitation. Mais il y a des effets secondaires importants, allant des conditions économiques et de puissance d'une région géographique à la façon dont la culture transmise se reflète dans les expressions capitalistes.
    Ce qui est appelé "ordolibéralisme", par exemple, repose sur la conception rhénane qui est l'héritière indigne des conceptions impériale, cléricale et fasciste du capital et du travail. Il en découle que parmi tous ses concurrents, c'est largement le moins pire. Mais ce n'est pas tant le moins pire qui doit nous orienter que la potentialité accordée à une région, à un peuple, à un conteneur de civilisation, pour une régénération possible. C'est là que l'europhobie intervient comme une véritable trahison.
    Il est insensé, pour quiconque aime sa patrie et a une volonté de liberté et de puissance, de s'élever, même émotionnellement, contre toute croissance de l'Europe, quelle qu'elle soit, et encore plus de se ranger du côté des prédateurs du moment, qu'ils s'appellent Trump ou Poutine, qui s'agitent contre notre passé et notre avenir au nom de la puissance de leurs cultures mesquines de pacotille. C'est exactement l'opposé de ce qu'il faut faire.

    Pourtant, l'UE ne fait pas grand-chose pour se faire aimer, parfois elle donne l'impression d'être un véritable monstre.

    C'est vrai. Paradoxalement, certains de ses aspects les plus inquiétants que j'ai énumérés dans mon ouvrage "Le Mythe de l'Europe", de 2018, récemment republié par Passaggio al Bosco, n'ont jamais été compris. Cependant, ceux qui crient tant contre elle (et contre l'euro !) ne savent presque jamais de quoi ils parlent. Ils ne connaissent pas le processus historique de l'UE (qui a techniquement débuté à la fin des années 1940, piloté par l'Italie et l'Allemagne), ignorent les conceptions d'un monde entier, et surtout de Mussolini dès 1921, avec le renouveau du néofascisme européen dans son ensemble de 1948 à 1989. Ensuite, ils ne connaissent pas les mécanismes de fonctionnement de l'UE ; ils n'approfondissent pas les batailles internes et externes qui s'y déroulent et qui ont provoqué des réactions violentes russo-américaines ; ils ne connaissent même pas le fonctionnement de la BCE. Ils se limitent à une vision caricaturale d'un prétendu monstre tombé du ciel, à qui ils attribuent tous les défauts, oubliant de les mettre en perspective, tant avec ceux des autres qu'avec ceux des membres individuels internes. S'ils le faisaient, ils seraient obligés de changer d'avis, mais je ne pense pas qu'il y ait la volonté de prendre une position qui incite à agir plutôt qu'à jacasser. Et c'est là que le bât blesse.

    Devons-nous donc être européistes à tout prix?

    S'engager pour l'Europe - et jamais contre elle - est fondamental, indispensable, mais pas suffisant. Car il existe alors l'âme et les formes d'une société qui, peu importe de laquelle on parle, est aujourd'hui imprégnée du même esprit et des mêmes valeurs, cyniques, matérialistes et corrosives. Les "oppositions" populistes dans ce contexte historique ont montré à quel point elles sont sordides et imprégnées de tous les canons du mercantilisme. Toutes les "batailles" pour la monnaie et la détaxation sont purement capitalistes et petit-marchandes, avec l'aggravation de se fonder, dans toutes leurs propositions, sur la grossièreté, l'improvisation, l'ignorance, l'analphabétisme économique, exprimés avec l'arrogance sarcastique des moins nantis. Il s'agirait plutôt, oserais-je dire qu'il s'agira, de reconstruire les relations organiques dans le social, de régénérer le sens de la communauté du destin, de repartir du privé édifié en commun pour resocialiser, d'imposer des tournants originaux et inédits, façonnés sur la logique corporative, avec la fierté nationale et régionale sublimée dans une appartenance supérieure, impériale, fondée sur des conceptions existentielles, sociales et esthétiques communes aux Européens et à eux seuls. Régénération et Reconquête, qui doivent aller de pair avec l'acquisition de la Puissance Europe. À ce sujet, dont j'ai largement parlé dans le livre cité précédemment, j'ai consacré ma publication la plus récente, "Le défis au futur", éditée par Synthèse nationale, dans laquelle j'explique les mentalités, les méthodes et les stratégies, ainsi que la fonction des Lansquenets d'Europe, avec ce qu'ils ont produit jusqu'à présent et ce qu'ils entendent contribuer à susciter.

    On prétend que l'UE est une appendice américaine, une création des Américains, intégrée à l'OTAN et que, pour ces raisons, elle serait notre ennemie.

    Je connais ce cliché qui est l'un des plus infondés qui soit. Bien sûr, l'UE a une relation d'infériorité objective envers les Américains, en raison des rapports de force, mais cela ne s'applique pas seulement à l'UE ; tous les pays du monde sont influencés par les États-Unis, même ceux qui crient autant dans leur antiaméricanisme façonné pour la propagande "prolétarienne" destinée à leurs masses. Non seulement la Russie est depuis toujours un pilier du système mondial sous hégémonie américaine, mais même l'Iran (rappelez-vous l'Irangate ?). Si l'on examine ensuite les relations commerciales, industrielles et militaires sans aucun préjugé préalable, on découvre ce que les Américains ont découvert depuis longtemps et dénoncent constamment. Les seuls acteurs qui remettent légèrement en question la domination américaine sont la Chine et l'UE. Il suffirait de suivre ce que disent les joueurs directement concernées, les Américains et les Chinois en premier lieu, pour sourire devant cette simplification grossière qui présente l'UE comme une appendice américaine. Logiquement, le "parti américain" au sein de l'UE (comme en Chine, en Inde et en Russie d'ailleurs) est fort, mais il existe des courants qui œuvrent pour notre émancipation et pour une vision internationale plus qu'intéressante. Remarquez ensuite que presque toutes les forces "souverainistes" en Europe font partie intégrante et active du parti américain. Par conséquent, leur thèse ne tient même pas une seconde.


    Cependant, si nous nous libérons des bases de l'OTAN et de l'hégémonie américaine, pourrons-nous être libres ?

    Si nous devenons libres, nous nous libérerons des bases de l'OTAN et de l'hégémonie américaine : c'est exactement l'inverse, et ce n'est pas un détail. Le développement des "doctrines" sur les relations entre l'UE et l'OTAN a évolué dans cette direction. Plutôt Filippo Anfuso que Charles De Gaulle. Macron a même proposé la sortie de l'OTAN, ce que Poutine a rendu impossible et, pour moi, ce n'est pas un hasard. Mais la Doctrine Schaüble en Allemagne s'oriente de manière réaliste vers le rééquilibrage des relations entre les deux rives de l'océan, revendiquant l'autonomie européenne face au Pacifique. Si, au lieu de répéter des slogans, les gens suivaient les événements, ils ne diraient pas des bêtises de café. Le problème est que, lorsque l'on raisonne selon ces critères, ce n'est pas pour faire quelque chose mais pour justifier son isolement de la réalité dans lequel on se complaît parce qu'on n'a aucune volonté de puissance. Ce n'est pas un hasard si des critères inacceptables pour un Indo-Européen, un Gréco-Romain, un fasciste, tels que celui du Mal absolu, ont été adoptés, érigeant une opposition contre laquelle on serait vertueux. Rien n'est plus délirant. C'est de là que part l'antieuropéisme en tant qu'antiaméricanisme (USA = Mal absolu). C'est paradoxal car, comme je l'ai déjà exposé, les deux termes sont plutôt antithétiques, mais au-delà de cela, c'est une déclaration d'impuissance et d'inertie. Dans certains cas, c'est une sorte de régression sénile car certaines personnes qui aujourd'hui m'accusent d'avoir rejoint l'OTAN parce que je soutiens la lutte du peuple ukrainien, ce qui est bien sûr une exagération, m'accusaient il y a de nombreuses années d'être communiste parce que je disais que l'Europe devait avoir une armée propre en dehors de l'Alliance atlantique. Ils ont changé, pas moi : ou plutôt, nous sommes restés tous là où nous étions à l'époque parce que, concrètement, ce rôle d'Anti-OTAN en tant que pigeon voyageur est un liant nécessaire du statu quo et, par conséquent, est très apprécié par les Américains. Je souris aussi quand je vois qu'à la tête de cet "antiaméricanisme" se trouve un ancien maire de Rome (Gianni Alemanno) qui a fait défiler les jeeps yankees qui avaient "libéré" la capitale et qui a soutenu que le bombardement américain de San Lorenzo était de la faute de la guerre fasciste.

    Essayons de récapituler et de faire le point. La narration trompeuse existe parce qu'il y a trois plans de réalité. L'un est celui du capitalisme oligarchique transnational qui se moque des conflits mais les instrumentalise ; un deuxième plan est celui des acteurs dans lequel l'Europe devrait, de toute façon, être soutenue ; un troisième est celui des conceptions politiques et sociales sur lesquelles une régénération révolutionnaire doit intervenir ?

    Certainement. Tout doit avancer ensemble : la conscience de la réalité au-delà de la tromperie, le nationalisme européen, l'action régénératrice sous tous les aspects. Bien que ce soient des actions différentes et en quelque sorte séparées, il est fondamental qu'elles dictent ensemble chaque ligne de conduite.
    Ces trois plans doivent être connus et sur tous ceux-ci, il faut agir avec la boussole et la centralité.
    Cependant, il n'y a pas de plans sans fondations, et c'est là que l'on doit commencer, car si on évite de le faire, on n'est qu'un atome comme un autre, une hypothèse subjective, un néant présomptueux qui opine et suppose d'être quelqu'un ou de représenter quelque chose parce qu'il s'accroche à quelques slogans ou croit se reconnecter à une source uniquement par le biais d'un tatouage, sur la peau ou dans le cerveau.
    Verticalité et appartenance, ordre mental et perception de la beauté, créativité selon les canons ; c'est à partir de ces éléments que l'on intervient sur le Chaos et que l'on régénère le monde aujourd'hui prisonnier de l'hypnose et de la névrose, de l'automutilation et de l'attraction du laid et du grotesque.
    C'est le Cosmos qui met de l'ordre dans le Chaos, qui mythologiquement, il faut le noter, est organisé et l'est aussi dans la pratique. Savoir reconnaître le Chaos non pour y réagir avec des hypothèses freinantes, qui ne servent qu'à lui fournir de l'équilibre, mais avec une radicalité totalement différente, c'est ce qui doit être fait.

    Certains soutiennent que tout ce avec quoi nous avons affaire est le fruit d'un complot maléfique, voire satanique. Y a-t-il quelque chose de correct dans cette mentalité ou doit-elle être totalement rejetée ?

    Ici aussi, la narration n'aide pas, de sorte que ce qui est clairement du satanisme, du moins en utilisant la terminologie dominante, n'est pas perçu ou, s'il est deviné, il est interprété de manière grotesque et risible, comme le font tous les fondamentalistes de n'importe quelle religion qui sont généralement des artérioscléreux incapables de saisir l'essentiel et condamnés à l'embaumer dans des formules rigides et à l'imaginer de manière ridicule. Ainsi, ils ne le reconnaissent pas, au point que de nos jours, de petits gourous pseudo-traditionalistes pullulent, suintant le satanisme dans les gestes, les regards, les intentions, les paroles et même dans leur approche du traditionalisme qui est manifestement renversée et que quiconque a une familiarité avec le sujet n'aurait aucune difficulté à reconnaître. Ce sont de petits charlatans, nous en avons en Russie comme en Italie, et ils ont des disciples. Vers le néant. Ce n'est pas étonnant pour ceux qui ont les bonnes notions : c'est ce qui se passe régulièrement dans les moments, par ailleurs riches en possibilités de rupture positive, connus sous le nom de "deuxième religiosité", comme le nôtre.
    Mais c'est un fait secondaire de "milieu", ou plutôt de cirque. Le vrai problème, celui que l'on peut définir comme satanisme, ou tourbillon du Chaos, ou rébellion contre l'Olympe, réside dans la perte générale de lucidité et de hiérarchie comportementale et conceptuelle. On a tendance à opposer des digues qui ne peuvent pas tenir debout car elles reposent exclusivement sur le bon sens et le souvenir d'un passé, souvent exalté au-delà de mesure, mais on ne remarque malheureusement aucune tendance à une nouvelle Fondation des espaces et des valeurs qui, en soi, n'existent pas sinon comme expressions contingentes des principes. Par exemple, la famille traditionnelle, que l'on cherche sans grand succès à sauvegarder, a un peu plus d'un siècle et a été précédée par d'autres modèles de famille beaucoup plus traditionnels que celle-ci.

    On ne peut donc rien faire contre le déclin des mœurs, de la société, de l'éthique, contre le wokisme ? 

    Le seul véritable problème est démographique avec tous ses effets sur le changement de population. Le wokisme s'essoufflera de lui-même car il est le fruit d'un titanisme hystérique. En ce qui concerne la rectification, ou plutôt la régénération, de la société et de l'éthique (qui ne doit absolument pas être confondue avec les décalogues du moralisme qui en sont des ennemis), c'est une question d'interprétation, de conjonction entre l'essentiel et le contingent qui se traduit par des coutumes distinctes. Toute l'histoire des trois derniers millénaires montre que celles-ci diffèrent de manière incroyable au sein de différentes sociétés saines, qu'elles soient géographiquement ou temporellement lointaines. Il faut lutter contre la désagrégation en imposant des modèles positifs et conformes à l'époque, sinon cela ne sera pas possible. Mais pour ce faire, il faut précisément mettre de côté le moralisme et la prétention réactionnaire, qui ne fonctionnent pas. La politique de genre, par exemple, a peu ou rien à voir avec l'homosexualité ou la sexualité en soi, car elle vise (sataniquement, si l'on veut) à détruire l'identité pour faire de l'individu un atome aspiré par le tourbillon du Chaos. Lorsqu'on la combat non pour cette raison mais pour une question de morale sexuelle, on finit par s'accrocher à l'intolérance qui est typique des civilisations non indoeuropéennes, qui sont actuellement les plus rigides sur le sujet mais où l'homosexualité est pourtant plus répandue que chez nous. C'est commettre l'erreur égale et contraire des nations, en particulier nordiques, qui sont favorables aux gays non par attirance mais par tolérance indo européenne. Dans les deux cas, on ne saisit pas le sens de la bataille existentielle et spirituelle, dont le résultat n'a guère à voir avec l'homosexualité.

    Et comment mène-t-on une bataille traditionnelle tournée vers l'avenir?

    Si les critères fondamentaux et la hiérarchie des valeurs ne sont pas clairs, on ne peut rien faire ; si on les récupère, on le fera, car l'inventivité ne nous manque pas. Mais, avant tout, récupérons la boussole et nous découvrirons que nous sommes déjà libres et que nous devons simplement offrir aux autres notre liberté. Cependant, cela résulte d'un chemin que personne d'autre ne pourra parcourir à la place de chacun d'entre eux. Mais soyons surtout affirmatifs, actifs, créatifs et très éloignés de tout type d'abattement dépressif, masqué par la sagesse du lâche. Dans l'Affirmation est incluse la négation de tout ce qui la nie ; partir de la négation n'affirme rien, mais assaille et mortifie. Changeons de devise, s'il vous plaît : "Même si tous, moi oui !" 
    (cela est dit en relation au slogan "anticonformiste" italien qui récite "Même si tous, nous non !" et qui est la devise de la réaction émotionnelle)